¿Se puede buscar a Dios en estado de ansiedad?
Esta es una pregunta que resulta poco común. Generalmente
se piensa que el ideal es que busquemos
a Dios con un buen estado anímico.
Podríamos entender que si buscamos de Dios cuando
no estamos “felices”, correremos el riesgo de no pedir como conviene, o no
reconocer cuando Dios nos habla de alguna forma.
¡Veamos!
La ansiedad es:
Un estado de nerviosismo, intranquilidad,
preocupación, temor.
¿Cómo reconocer cuando se está ansioso?
La persona puede sentir:
*Taquicardia, palpitaciones, opresión en el
pecho, falta de aire.
Temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas,
vómitos, “nudo” en el estómago, alteraciones de la alimentación, tensión y
rigidez muscular.
Cansancio, hormigueo, sensación de mareo e inestabilidad.
*Las alteraciones más graves cursan con
insomnio, trastornos de la alimentación y disfunciones sexuales.
*Inquietud, agobio, sensación de amenaza y
peligro, inseguridad, sensación de vacío, temor a perder el control, recelos,
sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones.
*En casos extremos, temor a la muerte, a la
locura. Suicidio.
Sin embargo en el evangelio de San Mateo
encontramos este pasaje:
Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
(Mateo 11:28).
Cada persona sin duda alguna, ha experimentado
algunas de esas características.
Entonces sentimos agobio, un peso encima de
nosotros, tal vez la sensación de vacío. Es cuando estamos así que nos dice la
Palabra Santa, que nos acerquemos a Dios, que lo busquemos para que El nos haga
descansar.
No es estrictamente un descanso “físico”, es
más bien, un descanso que se gesta desde lo interno, ligado a las emociones. Es
aquí cuando El Señor actúa con Su poder y nos calma, logrando sentir la “paz”
que estamos necesitando. Y que excede el
entendimiento humano.
Esto nos enseña que Dios obra en nosotros a
través de la Fe, incidiendo en nuestro corazón.
La manera para llegar a Él, a
su misericordia es creyendo con Fe y no con la “razón”, o la “lógica”. Parece contradictorio, pero en el caminar cristiano
nos encontraremos que muchas cosas no tienen “lógica”, el Señor obra de manera
misteriosa, si los cielos de los cielos no lo pueden contener, cómo
pretenderemos simples humanos “entender”
al Dios vivo?
Ciertamente, toda persona creyente en Dios, en
su Hijo Jesús, vivirá en algún momento la tan temida ansiedad.
¿Por qué un hijo de Dios vive esto?
Para que aprenda a confiar en Dios con el
corazón y no con la razón o la lógica.
Para producir en nosotros quebrantamiento, de
forma que el carácter de Cristo se forje cada vez más en cada uno.
Para que aprendamos que el futuro sólo lo
conoce el Señor, y aunque todos nos preocupamos, pongamos en acción la palabra.
Puede resultar difícil en el principio, contraproducente para nosotros mismos,
pero dice la Palabra Santa que así como creamos en el corazón, nos será hecho.
Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree
todo es posible. (Marcos 9:23).
En tiempos de ansiedad, o de angustia, lo mejor
que podemos hacer es ORAR.
Mediante la oración rogar a Dios que nos de la
fortaleza que necesitamos, que nos de ideas nuevas para poner por obra, ya sea
en el ámbito secular o eclesiástico.
En el momento de la ansiedad una de las mejores
opciones que tenemos es involucrarnos más en las actividades de la congregación
o iglesia. Es de gran bendición estar en la Casa de Oración de Dios.
El entendimiento será abierto a muchas áreas
que ignoramos.
En la medida que practiquemos la oración notaremos cambios en la vida espiritual. Para que el mundo exterior esté bien, el
interior debe estar mejor.
El libro de Santiago aconseja:
¿Está alguno entre vosotros afligido? haga
oración. ¿Está alguno alegre? cante salmos. (Santiago 5:13).
Estamos tratando el tipo de ansiedad “normal”
tratable. La condición o estado que puede cambiar sin afectar negativamente
nuestra persona integralmente.
Entonces la respuesta a la pregunta original es
que Sí. Sí podemos buscar el rostro de Dios cuando estamos ansiosos. Es importante que cuando pasemos por este
desierto, pidamos la ayuda y guía del Espíritu Santo, ya que sabe pedir como
conviene.
Y asimismo también el Espíritu ayuda nuestra
flaqueza: porque qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos; sino que el
mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos indecibles. (Romanos 8:26).
Muchas son las aflicciones del justo, Pero de
todas ellas le librará Jehová. (Salmos 34:19).
¿Qué significa esto?
Que llegará la solución a nuestra situación y
la ansiedad desaparecerá. Y es aquí cuando podremos cantar alabanzas con
verdadero regocijo desde el fondo de nuestra alma.
Paz y Gracia.
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