El amor y el mundo
Muchas bendiciones
de parte de Dios a tu vida!
Para hoy, te invito a que me acompañes en esta
pequeña reflexión acerca del amor y el mundo. Qué puede significar estas palabras para
nosotros.
Tanto hemos escuchamos hablar del amor y del
mundo. Lo veremos así desde dos perspectivas:
El amor y el mundo en el creyente.
Y el amor y el mundo en el no creyente.
Ahora bien:
El amor y el mundo en el creyente.
Qué
significa esto?
El amor es amor, es sinónimo de hacia dónde o
qué o quién ponemos nuestro interés. Para el creyente en Dios su amor debe
estar en el reino de los cielos, el amor es hacia Dios y hacia todas las cosas
de Dios, el amor del hombre/mujer que ama a Dios en sus formas integrales lleva
su orientación hacia el Padre Celestial, si amamos a Dios amamos a su Hijo
Jesús.
Dios ha puesto en el hombre eternidad. Esa sensación
de vacío que podemos experimentar en cualquier momento de nuestras vidas, no lo
llena los elementos materiales: automóvil, casa, títulos académicos, estatus
social, entre otras, estos llenan el corazón del hombre por un espacio breve de
tiempo, el vacio sólo se llena con Dios de forma permanente.
A pesar de que nos puedan hacer falta muchas
cosas en cualquier aspecto de la vida, si estamos llenos del Espíritu Santo de
Dios, ya vamos ganando, si nos ocupamos de las cosas de Dios con carácter, Dios
se ocupará de las nuestras con carácter también.
El mundo es el mundo. El creyente está en el
mundo pero no hace (o no debería) hacer las cosas del mundo.
Hay una realidad:
Existe un bombardeo constante de medios
publicitarios en todas las dimensiones: para tener buen cuerpo, éxito, fama,
los mejores celulares, los mejores vestidos/trajes, ser rico a una edad
temprana, nos crean las necesidades de consumir y tener cosas y tantas cosas
más. Ante esto la lucha es constante para aquel que quiere agradar a Dios y
guardar su palabra.
En el mundo el creyente encuentra todos los
tipos de placeres, actos indebidos, envidias, celos, traición, mentira, engaño,
ganar éxito a causa de la destrucción de otro, que podríamos resumirlo en el
pecado, lo cual nos separa de las manos de Dios. Para el creyente el mundo representa
el lugar de donde Dios le ha sacado espiritualmente para que pueda vivir una
nueva vida en abundancia en el conocimiento de la verdad que es Cristo, dándose
cuenta de cuál es la voluntad de Dios para la humanidad y para cada uno en
particular.
Por esto el hijo de Dios no puede amar al mundo
y a Dios al mismo tiempo. Porque si ama al mundo es como amar al pecado y Dios
aborrece el pecado pero ama al pecador. Es decir, Dios nos ama a nosotros pero no lo que hacemos cuando
estamos sin Él.
El amor y el mundo para el que ha nacido de
nuevo en Cristo Jesús, significa que su amor y voluntad ahora se la dedica a
Dios y todo lo que tiene que ver con Dios. Ahora bien, no es que el hijo de
Dios no disfrute de las maravillas que ha hecho nuestro creador, no es eso, es
que ahora todo lo que disfruta le da gracias a Dios por ese regalo.
El amor y el mundo en el no creyente
Qué
significa?
El amor es amor. El amor del no creyente muchas
veces es condicionado, es dar esperando (casi obligatorio) recibir algo a
cambio.
En dónde está, o qué o quién está el amor del
no creyente?
Su amor está en donde está su corazón, en todas
las cosas que considera para sí mismo como buenas, en quién considera que es
merecedor de su amor y voluntad.
El amor de quien no tiene a Cristo está
orientado hacia las cosas de este mundo, según la Biblia el gobernador de este
siglo es el enemigo de Dios, quien se opone a que las almas no alcancen la luz
verdadera que es Cristo. El príncipe de este siglo es el padre de mentiras,
quien se dedica a matar, destruir a dividir.
El amor del no creyente muchas veces es
depositado en la casa que tiene, en el buen cuerpo que tiene, en el éxito que
tiene, en la belleza que posee. Si nos damos cuenta todas estas cosas son
pasajeras. Aun una casa que tengamos, no la podemos echar en el ataúd para que
se vaya con nosotros, ésta se queda, y
sabrá Dios a la final, quién será que viva y disfrute la casa.
Es duro admitirlo pero el que no cree en Dios,
practica el pecado. Por qué duro admitirlo? Porque Dios quiere que todos nos
salvemos, que todos procedamos al arrepentimiento para perdón de pecados.
El enemigo de las almas, se encarga de cegar el
entendimiento de las personas, y lo que hace es que pone carga en el
hombre/mujer, llevando a que no tengamos tiempo para relacionarnos con Dios, si
nos fijamos bien con el tren de la vida, el trabajo y las largas horas de
jornada, luego los estudios, los hijos, o la “vida social”, la pareja, los
planes a futuro, “el construir tu presente”, la economía que nos afecta a
todos, todas estas son cosas que nos
mantienen ocupados y cuando queremos hablar con Dios ya es tarde, porque
estamos cansados.
Es triste pero muchas veces ponemos el amor y
confianza en todas las cosas y personas menos en Dios. Esto hace que el mundo
sea el dios del no creyente; pero lo mejor es que Dios siempre está presente,
nos espera, nos anhela, nos ama.
Sabes algo?
Dios nunca se cansará de buscarte, de decirte lo importante que eres para EL. Nunca se cansará de recordarte todas las cosas maravillosas que tiene para ti y para mí.
Todo lo que existe fue creado por Dios. Tú y yo
fuimos creados por Dios.
Finalmente amad@:
Si le sirves a Cristo, te animo a que te
aferres más a Él, tengamos animo que ya falta menos que al principio, pide
siempre fuerza al Dios del cielo para seguir adelante, fortaleciendo la fe.
Si no le sirves a Cristo, te invito a que lo dejes entrar en tu corazón hoy, Dios siempre está dispuesto a recibirnos, por más hechos vergonzosos o de dolor que haya en tu vida, Dios te ofrece una mejor en el amor y fidelidad de Cristo Jesús.
Dios ha prometido en su palabra, que nunca nos
dejará solos. Y aunque en un poquito no le sentimos El está presente, siempre
presente.
No améis al mundo, ni las cosas que
están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos
de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene
del Padre, sino del mundo. (1 Juan 2: 15, 16).
Paz y Gracia.
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